RESEÑAS

El rostro de la batalla

Ficha técnica:

Título: El rostro de la batalla

Autor: Keegan, John

Editorial: Turner Noema

Año de publicación: 2013

ISBN: 8415832119

Páginas: 380

Hablar del Sr. Keegan es hacerlo de toda una institución dentro de los escritores militares, aun siendo civil. Hablar de El rostro de la batalla es hacerlo de todo un clásico de la historiografía bélica.

Escrito originalmente en 1976, y con varias ediciones, una tan reciente como la de 2021, aquí reseño la de 2013. Nacido en 1934 y fallecido en 2012, tan solo un año antes de la presente edición, Keegan es el historiador inglés más conocido de los últimos tiempos. No en vano fue profesor de la afamada academia militar inglesa de Sandhurst. 

Autor, entre otros tantos títulos como Historia de la guerra, Secesión, Inteligencia militar o varios títulos de la veterana Editorial San Martín como son Barbarroja, Waffen SS o Dien Bien Phu. La obra se ha convertido en un clásico por la manera de abordar la historia militar, más desde el punto de vista del soldado de a pie que de sus altos mandos o consideraciones geopolíticas, estratégicas o armamentísticas.

El libro, dividido en tres partes bien diferenciadas se inicia con la justificación del estilo para tratar la historia militar. Es decir, un poco de cada una de las diferentes corrientes que a lo largo de los siglos han tratado sobre el estilo de hablar de la misma, de diferentes estilos. Keegan, que ha bebido de las fuentes anteriores, habla de Heródoto y Tucídides, César, Du Picq o los más contemporáneos Lidell Hart o J.F.C. Fuller, queriendo aportar su visión particular. Ahí radica su éxito. Ha tenido ejemplos de todo tipo y ha podido picotear un poco de aquí y de allí para ofrecernos un estilo más cercano y ameno al gran público en general y a los amantes o estudiosos de la historia militar en particular.

La siguiente parte del ensayo, su bloque central, lo forman las descripciones de tres grandes batallas: Agincourt, Waterloo y el Somme, tres épocas y tres maneras diferentes de hacer la guerra, pero sabiendo lo que podía pasarle por la cabeza al soldado de turno.

La última parte, llamada El futuro de la batalla, son las reflexiones del autor sobre dicho tema, tan interesante y acertado como lo anterior. Si bien el libro es de lectura obligada y muy recomendable, hay que ponerle un pero. Los lectores anglosajones no se lo pondrán, claro, pero el resto del mundo sí: las batallas narradas por este magnífico historiador inglés tienen como protagonistas  a sus compatriotas. En parte por un tema de documentación y cercanía, pero que a un lector español, por ejemplo, le pueden parecer poco cercanas o interesantes, excluyendo Waterloo quizás por su repercusión y derrota del gran tirano invasor.

De nuevo un inglés que ningunea deliberadamente al resto de naciones con tanta o más tradición militar que la británica, por no hablar de lo despectivo que les pueda parecer el tono general de la obra a franceses o alemanes. El egocentrismo de la Pérfida Albión baja algún punto la nota de una obra no obstante extraordinaria.